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Redacción. Parece que el presidente estadounidense, Donald Trump, no está contento con la potencial aplicación de la tasa Google en España. Ha dado órdenes a sus embajadores de amenazar con represalias a nuestro país, así como a cualquier otro gobierno europeo que se atreva finalmente a implementarla.

El presidente de Estados Unidos considera que la tasa Google supone una discriminación injusta contra los grandes gigantes tecnológicos de su país. Está por ver si Trump se aventurará a iniciar una guerra comercial contra Europa, ya que no solo España está dispuesta a implantar este canon tecnológico. La mayoría de socios europeos están decididos a aprobarla en sus respectivos parlamentos nacionales.

Vamos a analizar brevemente este nuevo horizonte que se abre para este nuevo impuesto y las posibles consecuencias que podría tener en los departamentos de Recursos Humanos de las empresas de la nueva economía digital.

Un impuesto que está todavía en el aire en nuestro país

La inestabilidad política en España provoca que no haya todavía certezas sobre la aplicación de este nuevo impuesto digital. Todo dependerá de si Pedro Sánchez puede finalmente salir investido y renovar su gobierno.

Pero no es algo que esté ni mucho menos garantizado. Las apuestas políticas de Betfair son un buen barómetro para medir el pulso de la calle, y, a tenor de cómo van, todo apunta a que quizá no haya reedición de un gabinete socialista. De ocurrir el escenario de celebración de nuevas elecciones, la aplicación de la tasa Google quedaría postergada sine die.

Más incertidumbre para las empresas digitales que se planteen ampliar plantilla

Las compañías de base tecnológica para las que Internet es su core business no lo tienen fácil este año a nivel de RRHH. Si quieren iniciar nuevos procesos de selección de empleados, tienen que sopesar bien el posible impacto de una hipotética aprobación de la tasa Google. Y se trata de un impacto realmente complicado de calcular.

Si bien la tasa Google se aplica, en teoría, a empresas tecnológicas con facturaciones anuales superiores a los 750 millones de euros, lo cierto es que estas transferirán probablemente el coste de este nuevo impuesto a los actores que se encuentren inmediatamente por debajo en la escala de producción de valor.

Es decir, las pymes podrían verse especialmente castigadas y ver sus balances afectados negativamente. Por esta razón, parece prudente que las empresas se replanteen su política de Recursos Humanos hasta tener más certezas sobre la tasa Google.

La propuesta española se basaría en el modelo francés

Nadia Calviño, ministra de Economía en funciones, afirmaba recientemente que la versión española de la tasa Google se inspiraría en gran medida en la que Francia pretende aprobar. Ateniéndonos al borrador francés, estaríamos hablando de un gravamen del 3 % sobre la facturación total generada en territorio nacional por grandes empresas tecnológicas como Amazon, Uber o Google.

Calviño también ve deseable una armonización a nivel comunitario, pero está dispuesta a aprobar unilateralmente la tasa Google si no se consigue un acuerdo europeo, siempre y cuando Pedro Sánchez logre sacar adelante el pleno de investidura.

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