Rafael J. Muñoz. Durante el pasado curso han sido unos cuantos los estudios/encuestas/opiniones que han pasado por mis manos que anticipan o apuntan lo que se va a demandar de nuestra función y las claves y prioridades de nuestro trabajo. ¿Qué hacemos desde RRHH? ¿a qué retos principales nos enfrentamos? ¿dónde ponemos el foco?
Algunos de los retos son recurrentes en los últimos años, y lo cierto es que, aunque seguramente otras opiniones apunten en otras direcciones, en casi todos los estudios revisados me ha parecido que se podían identificar los siguientes denominadores comunes:
La lucha por el talento. Una constante desde hace años. Con nuevos negocios entrando y saliendo de los mercados, con necesidad en todo momento de tener las personas adecuadas para responder a los cambiantes desafíos, atraer talento quizá sea, además, el valor que más fácilmente se puede percibir del trabajo de RRHH.
El papel de RRHH resulta clave a la hora de hacer que ese talento se enamore de nuestro proyecto generando un vínculo emocional. El Employer branding es un concepto clave a trabajar en esa atracción: a lo mejor nuestro chiringuito no es el más moderno, o donde mejor se come, pero igual pueden disfrutar de la mejor puesta de sol y eso tiene que servir de enganche emocional y valor diferencial.
Experiencia de empleado. No puede haber experiencia de cliente, ahora que tanto se habla de ello, sin experiencia de empleado. Se trata de alimentar el vínculo generado inicialmente, de proporcionar un propósito y un sentido personal a nuestro trabajo que estén alineados con lo que precisa la empresa, de facilitar un entono positivo para las personas. Aquí influye casi todo: liderazgo, oportunidades de desarrollo, compensación, entorno colaborativo, etc., así que hay que trabajarlo de modo integrado.
Aprovechar la tecnología. Desde la inteligencia artificial y el big data para la toma de decisiones, hasta las apps para facilitar la comunicación interna o la selección, pasando por las plataformas de formación online o la gamificación, las posibilidades que se han abierto a RRHH son casi infinitas.
Tomar las decisiones adecuadas en términos de coste de oportunidad, de retorno de la inversión, etc., serán claves para la evolución de los departamentos de RRHH y para apoyar el desarrollo de las organizaciones.
Flexibilidad y conciliación. Empleados responsables en estructuras flexibles. Queda mucho por andar, incluso desde el punto de vista legal, en términos de horarios, de cultura empresarial y de responsabilidad de los trabajadores. No se trata de implantar ya, como en Nueva Zelanda, la jornada de cuatro días, pero sí de ser conscientes de que nuestras largas jornadas calentando sillas deben limitarse.
Flexibilidad necesaria también para gestionar la diversidad, en la que, aunque pareciera que todo es género, hay que trabajar mucho aún en otros aspectos como millennials, séniores, inmigración, etc.
Trabajar por un liderazgo adecuado. Hoy el líder debe ser colaborativo, cercano, facilitador del desarrollo de las capacidades de las personas, flexible, con una visión amplia y de futuro que transmita a sus colaboradores y a la organización, con principios, inspirador.
Recursos Humanos debe trabajar por fomentar ese tipo de liderazgo desde la dirección y, especialmente, en los niveles inferiores a la dirección. Los trabajadores tienen derecho a un liderazgo eficaz y eficiente y hay que trabajar por ello.
Procesos sencillos de mejora continua/evaluación frecuente sobre mini objetivos más aterrizados y concretos, y basados en una mayor y mejor comunicación e interacción jefe-empleado. Muchas veces los propios jefes son los que se quejan de la evaluación anual (“si yo ya le evalúo y me siento con él casi cada día”) o no ven la utilidad práctica real a una entrevista anual y a un proceso que acaba reduciéndose a lo administrativo.
Pues eso, que debemos ser capaces de desarrollar sistemas que ofrezcan un marco estructurado a esa evaluación e interacción frecuente y que faciliten que se trabaje de modo consistente el feedback y la orientación sobre objetivos concretos, y se mida la contribución individual.
Como vemos no son pocos los desafíos, y seguro que me dejo alguno en el tintero; pero, si queremos aportar valor a nuestras organizaciones y participar en la construcción de su futuro, estas son cuestiones, sin duda, que no podemos obviar en nuestra función.
Rafael J. Muñoz es director de RRHH de Ludendo Iberia