Más de la mitad de los trabajadores afirman haberse sentido presionados para ir a su lugar de trabajo durante la pandemia

Redacción. El 54 % de los trabajadores a nivel global afirman haber sentido presión por parte de sus empresas para acudir a sus lugares de trabajo en algún momento de la pandemia de covid-19, a pesar de las recomendaciones sanitarias y oficiales.

Así lo pone de relieve WorkForce View 2020, el último estudio del proveedor global de soluciones de gestión de recursos humanos ADP, en el que se ha entrevistado a más de 11.000 empleados de todo el mundo, según el cual, fue durante el inicio del brote cuando la mayoría de encuestados se sintieron más presionados para estar físicamente en el lugar de trabajo.

En la actualidad, el estudio de ADP pone de manifiesto que el 19 % de los trabajadores consultados sigue percibiendo esta sensación de presión por parte de sus empresas.

El informe analiza si los efectos de la pandemia han afectado a las actitudes de los empleados en el entorno laboral actual y qué previsiones de futuro se esperan para el lugar de trabajo.

Los datos obtenidos aseguran que los jóvenes han resultado ser los peor parados, ya que el 62 % de los encuestados de entre 18 y 24 años han sentido la mayor presión para incorporarse, en comparación con el 25 % de los mayores de 55 años.

Según Raúl Sibaja, director general de ADP para el Sur de Europa, “la idea de que los empleadores estén presionando a los empleados con el presentismo, incluso si eso significa ir en contra de las advertencias oficiales, sigue en auge, y para algunos trabajadores es un tema persistente. Por supuesto, hay puestos de trabajo en los que trabajar desde casa no es una opción, pero los empleadores deben asegurarse de que solo se espera que el personal acuda cuando sea absolutamente necesario y que cualquier preocupación que puedan tener se debe abordar de forma proactiva y sensible”.

“Que los trabajadores sientan presión para acudir físicamente al puesto de trabajo, ya sea una presión real o imaginaria, puede significar un impacto negativo en su bienestar y, además, convertirse en un efecto perjudicial para la productividad y la retención del talento”, añade Sibaja.

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