Redacción. BBVA ha conseguido, gracias a la inteligencia artificial (IA), que su sede corporativa de Madrid, Ciudad BBVA, gaste en la actualidad entre un 12 % y un 15 % menos de energía que cuando se inauguró en 2015, evitando la emisión de 1.430 toneladas de CO2 anuales.
Según explican desde la entidad financiera, este ahorro de energía, cuantificado en 5.766.731 kWh al año, el equivalente al consumo de 1.900 hogares, se debe no solo al equipamiento y al diseño sostenibles de las instalaciones, sino también al uso de herramientas basadas en inteligencia artificial que gestionan la energía de la forma más eficaz posible.
Para la construcción de la actual sede de BBVA en Madrid, se siguieron criterios que permitieran lograr la máxima eficiencia energética y el menor impacto ambiental. Junto al uso de materiales reciclados y sostenibles, la incorporación de amplias zonas verdes o un sistema que aprovecha el agua de lluvia para el riego, en Ciudad BBVA se colocaron 50.000 sensores que recogen datos acerca del estado de las instalaciones, de las condiciones ambientales o detectan la presencia de personas.
“Una vez con el complejo en marcha, y tras analizar todos esos datos, nos dimos cuenta que esta información no solo podía ayudar en la adecuada gestión de las instalaciones, también podía mejorar aún más nuestra eficiencia energética y reducir el gasto”, explica Borja Eugui, responsable de Facility Management en BBVA.
Para ello se desarrolló un software de analítica energética e instalaciones basado en tecnologías de inteligencia artificial. “Esta herramienta se conecta al sistema de control del edificio, y, a través de algoritmos matemáticos programados de tratamiento de datos, nos permite detectar y diagnosticar incidencias en las instalaciones”, señala Eugui. “De esta forma tenemos la capacidad de tomar las decisiones adecuadas y adelantarnos a posibles fallos, faltas de confort o corregir ineficiencias, con el consecuente ahorro energético y económico que ello supone”.
Más aprovechamiento de la luz natural
Los resultados no se hicieron esperar: hace un año se consiguió un ahorro de electricidad de 400.000 kWh. Entonces se decidió poner en marcha nuevas iniciativas para controlar mejor los sistemas de iluminación y climatización a partir de los datos recogidos por los sensores e interpretados por los algoritmos. Entre ellas, el ajuste de la programación para aprovechar mejor la luz natural.
“Cuando entra suficiente luz exterior a los puestos de trabajo, las luces cercanas a la fachada se adaptan y disminuyen su flujo lumínico”. Con estas medidas, Ciudad BBVA dejará de emitir 31 toneladas de CO2 al año, el equivalente al consumo de 41 hogares, 125.138Kwh, estima el responsable de BBVA.
Además, en las zonas comunes se ha establecido que, fuera del horario habitual, la luz disminuya cuando no se detecte movimiento, reduciendo las emisiones de CO2 en otras 24 toneladas.
Otra de las medidas llevadas a cabo para un mejor aprovechamiento de los recursos naturales ha sido duplicar la instalación fotovoltaica. Se ha pasado de 520 paneles con una producción de 205.000 kWh al año, a 1.043 paneles capaces de generar 440.000 kWh/año.
“Este incremento de energía verde generada por nuestra instalación fotovoltaica permite reducir el consumo de energía de red y, además, al ser renovable, tiene un doble efecto sobre el medio ambiente disminuyendo la huella de carbono. La reducción de emisiones se cifra en 109 toneladas de CO2, el equivalente a lo que serían capaces de asimilar 55 árboles en un año”, sostiene Eugui.
Climatización y calidad del aire
Otra de las acciones implementadas en este tiempo está relacionada con la calidad del aire que se respira en el interior de los edificios y la climatización.
Los sensores que se encargan de medir la temperatura de las diferentes zonas de Ciudad BBVA determinan cuál es la hora más adecuada para que las unidades de tratamiento del aire se pongan en marcha. Estas unidades son las responsables de que entre el aire del exterior y de alimentar el sistema que climatiza el ambiente.
Hasta ahora, el procedimiento de arranque de las instalaciones generales no tenía en cuenta la ocupación de las distintas zonas, sino que estaba programado para entrar en funcionamiento con horarios fijos.
El nuevo sistema se ha mejorado y se ha programado teniendo en cuenta la demanda existente en cada momento y adaptando su funcionamiento a las zonas ocupadas y aprovechando la inercia del edificio durante el mayor tiempo posible.
“De esta manera se consigue un control de la climatización y, por tanto, del confort de los usuarios según se van ocupando las distintas zonas de la sede. Además los equipos relacionados funcionan de forma coherente, es decir, se comunican entre ellos para trabajar a demanda y no por horario”, destaca Eugui.
Al mismo tiempo, y aprovechando que se puede monitorizar cada zona, se ha planteado la instalación de sensores de medición de CO2 para mejorar la calidad del aire. En función de los valores proporcionados, las unidades de tratamiento del aire permitirán una mayor o menor entrada de aire del exterior o su recirculación.