Redacción. Los departamentos de Recursos Humanos tienen muchas tareas. Una de ellas es cuidar la calidad de vida de las personas que tienen a su cargo a través de servicios completos de bienestar emocional diseñados por psicólogos profesionales.
Otra es reflexionar -con posteriores aplicaciones prácticas- sobre las características que deben poseer los empleados que forman parte de la plantilla en la actualidad y las de aquellos que se irán incorporando al equipo en el futuro.
Es cierto que existe una derivada de esta reflexión bastante interesante para los responsables de Recursos Humanos. Se trata de identificar cuáles son las características que los empleados más valoran en las empresas, o las cualidades de los managers mejor consideradas por esos mismos empleados. No obstante, en esta ocasión centraremos el tiro en lo primero que hemos mencionado: ¿cuáles son, en la actualidad, las habilidades que las empresas más valoran en sus empleados?
El asunto no es nuevo. Para advertirlo basta con examinar la abundante “literatura” existente acerca del famoso binomio formado por las habilidades duras y las habilidades blandas, así como las descripciones de las ofertas de trabajo en los portales tradicionales.
Todos recordamos los clásicos básicos en este ámbito, aquellos que nunca decepcionan: un nivel avanzado de inglés, experiencia mínima de X años en un puesto similar, competencias informáticas elevadas… Sin olvidar aquello de la “capacidad para trabajar en condiciones de gran presión o estrés”, tan perjudicial cuando se observa desde la perspectiva actual sobre el bienestar emocional de los trabajadores.
Al margen de las tendencias en selección de personal, parece evidente que no podemos prescindir de un buen nivel en cuanto a las habilidades duras, es decir, las estrictamente técnicas. Al fin y al cabo, necesitamos las hard skills porque son las que tienen un gran protagonismo en la realización de las tareas y la consecución de los objetivos. Estas competencias se deben exigir de manera razonable y también estimular a través de una buena estrategia de formación.
Otra conclusión, no tan obvia, es que también hay que valorar y estimular las habilidades blandas. Son las que comprenden, básicamente, lo que podríamos llamar inteligencia relacional o interpersonal.
Lo queramos o no, las llamadas soft skills también juegan un papel crucial a la hora de mejorar la cohesión de los equipos y el clima laboral en el que trabajan las personas, así como en el establecimiento de un vínculo positivo entre la empresa y el empleado que favorezca el compromiso laboral.
Ahora bien, ¿cuáles son esas habilidades “no técnicas” a las que los managers de Recursos Humanos prestan cada vez más atención? Son muchas, y cada organización debe determinar cuáles son las más útiles para alcanzar sus objetivos y cumplir su misión.
Sin embargo, existen algunas habilidades que nunca fallan y que todo directivo tendría que desear ver en su equipo. Son las cinco características que describimos a continuación:
Flexibilidad
La flexibilidad de los empleados debe ser entendida como lo contrario de la rigidez, de la incapacidad para adaptarse a los cambios de manera ágil. De este modo, cada vez se busca más que las personas puedan abrir la mente para incorporar puntos de vista no tenidos en cuenta hasta el momento o cambiar rutinas intensamente asentadas.
Versatilidad
A lo largo de su ciclo vital, las empresas crecen y cambian su estructura, objetivos, recursos y metodologías. Esto puede suceder de manera muy lenta, pero también rápida, incluso repentina. Por ello es importante que, dentro de su ámbito de conocimiento y las condiciones laborales pactadas, los empleados sean personas versátiles.
Esto les permitirá asumir tipos de tareas y procesos que no son los que originalmente se les propusieron o los que han manejado hasta ahora, pero son los que habrá que ejecutar en el futuro.
Amabilidad
La amabilidad en el trabajo implica cordialidad, habilidad para tratar bien a la gente y tratar bien con la gente. Se trata de un tipo de calidez que favorece la comprensión, la consolidación de vínculos positivos -tan importantes para cerrar un trato-, el establecimiento de una alianza o la construcción de una base apetecible para una futura colaboración.
Cualquier empleado sabe lo importante que es recibir un trato amable para, por ejemplo, aliviar un momento de alto estrés laboral.
Escucha activa
No todos los empleados la ejercen, pero todos pueden entrenarla. Consiste en estar verdaderamente presentes durante las interacciones, con amplia capacidad para observar, captar información y empatizar con nuestros interlocutores.
En definitiva, la escucha activa es la capacidad para comprender al otro, darnos cuenta de los deseos y necesidades que intenta transmitirnos o que están incorporados a sus palabras. Tener empleados capaces de escucharse activamente favorece claramente el bienestar corporativo en la organización.
Disponibilidad
La disponibilidad mental, emocional y relacional es la habilidad que permite a los empleados trabajar en equipo, ejercer un compañerismo sano, adaptarse al trabajo armónico y coordinado dentro del equipo.
Solo así es posible que orienten sus esfuerzos a la realización de tareas compartidas y la consecución de objetivos comunes. El éxito de una empresa siempre es un fenómeno colectivo, por eso es imposible conseguirlo si no contamos con empleados que estén disponibles.