Once beneficios de la gestión del empleado y cómo se mide su repercusión en los resultados

Redacción. Dirigir una empresa es una misión tan compleja y que implica el manejo de tantas variables -producto, clientes, mercado, tecnología, finanzas, logística, marketing…- que, a menudo, lo urgente se acaba comiendo a lo importante: sus personas.

Y aunque la frase “lo más importante de nuestra empresa son sus trabajadores” se ha convertido en un mantra repetido hasta la saciedad por casi todos los CEOs de cualquier organización, la verdad es que son muy pocas las que, de verdad, lo demuestran con hechos.

“Muy pocas resisten la prueba del algodón, que consiste en preguntarles a sus empleados si de verdad sienten que su empleador les trata como si fueran lo primordial en su negocio”, avisa Joan Pons, CEO de WorkMeter.

WorkMeter, compañía especializada en sistemas de medición de productividad, ha elaborado un listado de los beneficios que aporta una buena política de gestión del empleado y, lo que es más importante, de maneras de medir esas ventajas.

Estos son los once beneficios medibles de hacer una buena gestión del empleado:

Más productividad. Es seguramente el argumento de mayor peso y el que más dispuestos estarán a “comprar” los directivos. Cuando una plantilla está bien gestionada y alineada con los objetivos empresariales, funciona como un reloj, es más eficaz y los ratios de productividad, tanto individuales como colectivos, crecen. Un hecho que se puede constatar con un buen plan de objetivos y una herramienta de medición de la productividad como EffiWork.

Menos absentismo y rotación. Otra consecuencia de hacer las cosas bien en la gestión de los trabajadores es que estos faltan menos al trabajo y no se marchan de la empresa con tanta facilidad. Indicadores ambos fácilmente medibles a través de métricas estándar de absentismo o rotación.

Más atracción de talento. Si las cosas marchan bien dentro, corre la voz fuera. Una buena gestión global del empleado eleva la marca empleadora de una empresa. Ello que puede reflejarse en la presencia de esa empresa en los distintos rankings de employer branding que hay en el mercado o a través de indicadores internos, como el ratio de candidatos y currículos que llegan por cada oferta publicada o los tiempos medios de contratación.

Más promoción interna. Si la fidelidad de los empleados aumenta -menor rotación-, hay más posibilidades de que se puedan cubrir las posiciones que surjan en el organigrama con promociones internas en lugar de tener que acudir al mercado, algo que, a su vez, incrementa aún más la satisfacción general de la plantilla en un círculo virtuoso permanente. Constatarlo es tan sencillo como tirar de historial y comprobar cómo se cubrieron las últimas posiciones de directivos o mandos intermedios.

Menos conflictividad laboral. Es bastante obvio. A mayor satisfacción, menores posibilidades hay de sufrir reclamaciones, incidentes, choques con los sindicatos o huelgas en la empresa.

Mejores embajadores de marca. Una plantilla bien gestionada es una plantilla que tiene razones para presumir de empresa y para recomendarla en su entorno. ¿Cómo lo sabremos? Solo tenemos que echar un vistazo a las redes sociales corporativas y al número y tipo de interacciones que hay con las de nuestros empleados. Otro buen indicador es el número de referencias de candidatos que llegan a Recursos Humanos recomendados por nuestros actuales trabajadores.

Menos costes en reclutamiento y selección. Disminuir la rotación interna y crecer en marca de empleado tiene efectos directos en los costes de reclutamiento y selección, ya que, por un lado, hay menos procesos -ordinarios- abiertos, y, por otro, los que hay se cubren antes porque hay más y mejores candidatos. El director financiero estará encantado de confirmarlo.

Más autonomía y eficiencia. Aplicaciones de medición de la productividad, como EffiWork, incrementan los niveles de autonomía de los trabajadores cuando, por ejemplo, tienen que teletrabajar. Ellos mismos pueden ver en tiempo real en qué tipo de tareas son más o menos eficaces e introducir cambios en su rutina de cara a mejorar su desempeño.

Más desconexión. Un trabajo bien hecho, sin pérdidas de tiempo, redundancias ni ineficacias permite no tener que extender la jornada laboral y que se respete el descanso de los trabajadores. Algunas aplicaciones de medición de productividad y registro de jornada incluso avisan al trabajador cuando se acerca el final de sus horas estipuladas de trabajo.

Más compromiso. Los trabajadores bien gestionados suelen estar más comprometidos con el proyecto, la visión, los valores y el propósito empresarial. Una buena manera de comprobarlo es a través de su participación en las diferentes iniciativas que les propone la empresa, ya sea de voluntariado, intraemprendimiento o en otros proyectos.

Más satisfacción. Es el principal objetivo, porque de la satisfacción del trabajador penden todos los demás beneficios. Una encuesta de clima bastará para confirmarlo.

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