Redacción. Un 75 % de las madres trabajadoras en España se sienten culpables por no pasar más tiempo con sus hijos.
Así lo pone de relieve un estudio europeo elaborado por Sitly, plataforma internacional que pone en contacto a familias con cuidadores infantiles, según el cual nueve de cada diez trabajadoras encuentran dificultades para compaginar su vida laboral y familiar, y un 44 % cree que es casi imposible conseguirlo.
Las españolas son las madres europeas que más sufren para combinar ambas facetas en su día a día. Y lo que es peor todavía: en España la falta de conciliación y el sentimiento de culpa van de la mano.
El informe revela que ocho de cada diez madres españolas asegura tener la sensación de “no llegar a todo” y un 85 % de las encuestadas ha pensado alguna vez que otras madres lo hacen “mejor” que ellas.
Falta de tiempo de ocio y para sí mismas
Otro de los factores en los que coinciden la mayoría de madres europeas es la falta de tiempo de ocio. El 91 % de las españolas confiesan estar tan ocupadas con el trabajo y las responsabilidades familiares y domésticas que no encuentran tiempo para ellas mismas.
Cuatro de cada diez aseguran no salir nunca en pareja sin los niños, y el 69 % se lamentan de que el poco tiempo libre con el que cuentan lo acaban dedicando a las tareas domésticas.
En cuanto a las posibles soluciones, el 93 % creen que contar con una mayor flexibilidad en los horarios de trabajo facilitaría la conciliación de la vida laboral y familiar.
Según Patricia Adam, responsable de comunicación de Sitly, “se culpan a sí mismas por un problema que tiene realmente su origen en la falta de flexibilidad en las jornadas laborales y en unas medidas de conciliación que la mayoría de padres consideran insuficientes”.
“Aunque son conscientes de que las exigencias como madre vienen marcadas por la sociedad, un 69 % aseguran sentirse egoístas al admitir que les gustaría tener más tiempo para sí mismas. Ese sentimiento de culpa, por algo tan comprensible y legítimo como contar con tiempo para uno mismo, no se da de forma tan acusada en otros países europeos”, concluye Adam.