Redacción. El desequilibrio de sexos en los equipos de I+D tiene repercusiones en la salud de las mujeres y pone de relieve cómo la desigualdad en el mercado laboral conduce a la desigualdad en el mercado de productos.
Así se desprende de una investigación realizada por los profesores Sampsa Samila, de IESE, Rembrand Koning, de Harvard, y John-Paul Ferguson, de la Universidad McGill, que han analizado más de 430.000 patentes biomédicas estadounidenses presentadas entre 1976 y 2010 y han concluido que el sexo de quien participa en los inventos afecta al resultado de estos, y que, por ello, se han perdido oportunidades. El desequilibrio entre hombres y mujeres en I+D determina las invenciones resultantes.
A través de un análisis de datos sistemático, esta investigación concluye que los equipos de inventoras tienen un 35 % más de probabilidades de centrarse en la salud de las mujeres que los equipos de I+D masculinos. Curiosamente, es menos probable que los hombres patenten inventos centrados en problemas de salud exclusivos para hombres o mujeres.
La investigación ha sido recogida en un artículo en la revista Science, titulado ¿Para quién inventamos? Las patentes de mujeres se centran más en la salud de las mujeres, pero pocas mujeres pueden inventar, en el que se explica que alrededor del 13 % de los inventores de patentes estadounidenses hoy son mujeres.
A pesar de ese dato tan bajo, ha habido una progresión con los años: en 1976 solo el 6,3 % de las patentes biomédicas en Estados Unidos provenían de equipos dirigidos por ellas, mientras que la cifra alcanzó el 16,2 % en 2010. Hay evidencias de que ese aumento de 10 puntos porcentuales ha dado lugar a muchas más innovaciones vinculadas a la salud femenina.
Las mujeres, que son alrededor del 35% de los científicos STEM, no concurren más en las filas de los inventores de patentes por razones diversas, entre ellas el sesgo en el mercado laboral y en las decisiones empresariales sobre qué oportunidades de I+D merece la pena llevar a buen término.
"Efectivamente, los resultados muestran que la desigualdad en el mercado laboral podría reverberar en el de productos", explica el profesor del IESE Sampsa Samila. "Es decir, la discriminación no es solo un problema de los afectados, sino de toda la sociedad, pues se pierden los aportes de aquellos a quienes se discrimina".
La buena noticia es que la reducción de las barreras para los grupos desfavorecidos debería ayudar a impulsar la innovación y el crecimiento económico. "Es posible que todavía queden muchas oportunidades de mercado sin explotar para las mujeres, que además podrían mejorar su salud", afirman los coautores.
Inventoras
Las inventoras del mundo llevan a cabo muchos avances importantes. Por ejemplo, la emprendedora Surbhi Sarna, partiendo de su propio miedo al cáncer de ovarios, inventó una mejor herramienta para detectarlo.
La oftalmóloga Patricia Bath hizo lo propio con un tratamiento más preciso para las cataratas, que afectan a las mujeres con más frecuencia que a los hombres.
Si bien los equipos de inventores que cuentan con algunas mujeres también se ven influenciados por el sexo, el patrón es "más palpable en los equipos exclusivamente femeninos, les dura décadas y está presente, incluso, en campos muy específicos", resumen los coautores.
Este último punto "sugiere que el vínculo femenino inventora-invención es tanto el resultado de que ellas trabajen en áreas de investigación más centradas en sus propias particularidades -por ejemplo, en la ginecología- como de que identifiquen oportunidades de inventar para las mujeres, independientemente del campo, por ejemplo, la cirugía ocular".